Vinilos en el aire

El Winco siempre impecable sobre el rincón en la casa del abuelo con su caja siempre lista. Discos de Opera, cantantes liricos y Sopranos, siempre cautivante el sonido impoluto que trasmitía esa bandeja tan bien cuidada que hoy en día perdura. Los vinilos del abuelo se entrecruzaban con los gustos de mi tío y la vieja; a “Les Miserables” le enganchaban “Machine Head” de Deep Purple, a María Callas le seguía la performance de un Freddie Mercury formidable en aquella placa llamada “A Night at the Opera” y no faltaban los artistas locales como Pescado Rabioso y esa joyita que es “Artaud”, los discos de Sui Generis, Seru y La Máquina de Hacer Pájaros.

Seguramente muchos de Uds. estarán reviviendo momentos de la infancia y otros, los más jóvenes lectores, rememorando relatos familiares de epopeyas lejanas en el tiempo, esas anécdotas de los viejos donde entre el grupo de amigos se compraban un disco y lo iban rotando para poder escucharlo o se juntaban en la casa del único del grupo que tenía la bandeja de vinilo y la púa nueva para desmenuzar y volarse la cabeza con el primer trabajo en estéreo como fue “El Lado Oscuro de La Luna” de Pink Floyd, disfrutar de Nito y Charly o relajarse con “Pappo’s Blues Vol.II”.

Los avances tecnológicos y la crisis del petróleo a finales de los 80 hicieron que la industria del vinilo colapsara a pasos agigantados. Ya para el año ’93, era casi imposible financiar una tirada de discos. La era digital se abrió paso ofreciendo reducción de costos de producción, mejora en calidad de sonido y la reedición en CD’s de las viejas joyitas de la historia de la música. La tecnología siguió avanzando hasta el punto de poder cargar toda nuestra música en un bolsillo (desde el walkman al reproductor mp3) o en un servidor web (SoundCloud, BandCamp, Spotify, etc.). En este punto renace el interés por el Vinilo.

“Para que algo reviva, primero tiene que desaparecer” no siempre una premisa se cumple a raja tabla, los discos en formato vinilo se seguían produciendo a baja escala para coleccionistas o DJ’s, ni siquiera la caída en picada de las ventas supuso el final definitivo para este formato, que sobrevivió hasta experimentar un auténtico boom en la primer década del nuevo milenio (2000- 2010). Los vinilos cuentan hoy con una legión de adeptos que no se resisten a la fascinación de todo un objeto de culto.

“Como en el resto del mundo, en la Argentina los vinilos resistieron en un primer momento desde las casas de los melómanos y las pequeñas tiendas perdidas, pero actualmente son los protagonistas de un segmento creciente de consumidores especializados, que día tras día son más codiciados por la industria discográfica, en el marco de un fenómeno que podría parecer anacrónico pero tiene su lógica.”*

Artistas internacionales, locales y bandas under/ independientes que juegan con lo clásico y nos invitan a revivir, reinventarnos como oyentes y/o escuchas de su música, optan por editar sus trabajos en este formato que sobrevivió a los vaivenes de la industria, crisis político-económicas y a los avances tecnológicos.

Si tienen la oportunidad de poder escuchar alguna producción en vinilo no se priven de sentir la sensibilidad del artista que se palpa en los surcos que realiza la púa, desconecten los auriculares del celular y pónganlos directamente en la bandeja de discos de vinilo que tengan frente a Uds., revivan esos momentos, vivan esas historias como propias, vuelen con la música, las pausas entre tema y tema, perciban esas dos caras del disco y el balance de las melodías. Sientan al artista.

Y como dice Ale Kurz de El Bordo, cierro esta editorial esgrimiendo: “Que suenen vinilos en el aire”.





*Revista Digital Cabal; “Volvieron Los Vinilos”

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